Decía Óscar en uno de sus artículos que estamos rodeados de Dunning-Kruger, ese efecto que hace que personas con carencias de conocimiento en ciertas áreas sobrestimen sus capacidades en las mismas. El automovilismo y la conducción es una gran reserva espiritual de dicho efecto, entre otras cosas por la misma personalidad competitiva, optimista y aventurera para mantener una fe inquebrantable en la persecución de los objetivos y en nuestra superioridad sobre el resto.
Necesitamos creer que dominamos las variables mejor que los demás, que podemos adaptarnos a los cambios más rápido y que nuestras capacidades son superiores. «Si no creo que soy el mejor piloto de la parrilla, lo más probable es que jamás consiga la victoria». Aunque por otra parte está el acercamiento pragmático y resultadista; «Si conozco mis limitaciones y me ciño a lo que conozco es posible que cumpla con lo esperado».
El número de variables que existen en la vida real está por el momento fuera de las capacidades de cálculo de los modelos matemáticos existentes y replicados en los simuladores. Por lo tanto, cuando se introduce un cambio o una nueva variante en los simuladores existen básicamente dos opciones de respuesta entre los jugadores; aquellos que creen que tienen algo que ganar con el cambio, y aquellos que solo quieren conservar lo que ya tienen y reniegan de esta nueva variable.
Hace ya más de dos años que iRacing, el principal simulador competitivo, anunció que estaba trabajando en la introducción de la lluvia y las condiciones de humedad en pista. Esto conlleva la aparición de un nuevo montón de situaciones que necesitan ser gestionadas de forma eficiente por los pilotos y los que les acompañan a través de la radio. Estrategias, paradas, neumáticos, aqua-planing, diferentes trazadas, espray, visibilidad, etc. Muchas de ellas ya se encuentran en otros simuladores y quien quiera ha podido probar en carreras competitivas o en los modos individuales un poco de las mismas.
Siempre que se acerca un fin de semana de Gran Premio muchos miran la previsión meteorológica esperando que el cambio de condiciones haga que su piloto favorito, en quien se proyectan, sea el mejor en esa nueva condición cambiante. Es la misma tendencia que podemos ver cuando se anuncian este tipo de cambios en los simuladores, en los que muchos jugadores prometen su vuelta a las pistas una vez este cambio sea introducido. Cada uno de ellos pretende ser el único que saque ventaja, el que aproveche de mejor forma toda la novedad y sea la maquina perfecta de adaptación, como si ellos fueran a ser los que mejor entienden la nueva tanda de parámetros. La misma historia que hemos visto una y mil veces cuando se vende un nuevo coche, una nueva serie, un nuevo simulador: ¡Ahora sí! nos repetimos una y otra vez, como si eso fuera a cambiar la dura realidad en la que nos daremos de bruces cuando comprobemos que no somos ni los mejores, ni los peores. Estaremos en el pelotón de medios, y con condiciones tan difíciles de preveer y acertar, será muchas veces cuestión de azar dar con la tecla adecuada.
Y pasado un tiempo volveremos a estar donde estábamos, adelante o atrás o simplemente en la mitad. Un poco mejor si practicamos más, o peor si echamos menos horas en la pista. No existe otro secreto más que la práctica y la experiencia «que es la madre de todas las ciencias».