Este artículo lo estoy escribiendo como desahogo de una situación que ocurrió recientemente con un antiguo compañero de equipo. Espero no poner mal a nadie.
Todos (o casi todos) empezamos en el mundo del simracing de la misma forma, solos. Entramos a este mundo sin saber lo que se avecina, dando vueltas como locos una y otra vez a los circuitos para mejorar vuelta a vuelta, practicamos y practicamos, hasta que corremos y empezamos a conocer gente, a tener rivalidades, a poder demostrar de lo que estamos hechos.
Y con las rivalidades en pista vienen las amistades, los equipos. Las familias.
Estoy seguro de que a muchos de ustedes les pasa lo mismo que a mi, tenemos ese grupo de personas con las cuales compartimos esta afición. Con las cuales conversamos, practicamos, competimos casi a diario. Con las cuales terminamos entablando una relación que va más allá de la amistad. Con las cuales incluso hablamos más que con algunos miembros de nuestra propia familia sanguínea. Y eso, estoy muy seguro, es algo que no pasa en muchos lados ni en muchas comunidades. Algo, que no valoramos lo suficiente, que incluso las personas externas pueden llegar a despreciar y pensar que las personas con las que compartimos virtualmente a cientos o miles de kilómetros de distancia física, no valen lo mismo que una amistad con alguien aquí al lado. Y siento, que debemos empezar a valorarlo más de lo que lo hacemos.
Esas personas que hacen equipo con nosotros, esas personas que se vuelven más que amigos, son personas que te pueden sacar de aprietos ciegamente. Y más de una vez he tenido la suerte de contar con esas personas que jamás en mi vida he podido si quiera estrechar la mano, pero que en su momento, movieron cielo y tierra para poder ayudarme. Y se que no soy el único que ha pasado por eso.
Esos amigos, esos equipos, esas familias que nos da el simracing es una de las mejores cosas que podemos sacar de este mundillo. Más allá de las competiciones, más allá del dinero que se pueda ganar, más allá de la fama. Más allá de todo.
Y cuando un miembro de esa familia parte, sin tu poder hacer nada, incluso sin poder despedirte de la manera que esperas, sientes que hay algo en ti que no va bien. Incluso por una persona que no pudiste conocer en persona, pero que siempre te regaló buenos ratos, risas e incluso favores sin pedir nada a cambio. No hace falta poder tener a tu familia a dos metros de ti para saber que existe, para saber que siempre va a estar para ayudarte. Y eso es algo que siempre debemos apreciar, a todas horas, porque nunca sabemos cuando se va a acabar.
Joaquín era uno de esos. Era un miembro de la familia que por cosas de la vida tuvo que partir antes que los demás. Siempre fue de los más rápidos del equipo, siempre tenía un chiste, una risa, algún comentario que hacer para alegrar el día y como no, dar una mano para ayudar a los demás.
Un abrazo Joaco. Donde quieras que estés, pártela duro, vuela alto, y gánale a todos.
Descansa en Paz, Joaquín Fabián Espín.
#VuelaAltoShelton
Comunicamos con gran dolor el fallecimiento de Joaquín Espín (@Joaco_Fabii).
Gracias amigo por tantos buenos momentos en estos tres años. Siempre vivirás en nuestros recuerdos #Shelton.#somosPLR pic.twitter.com/WEn6bxhlK2
— Project Latam Racers (@ProjectLARacers) June 17, 2020