El concepto de justicia es algo que en general la gente suele tener bastante claro y corresponde sencillamente a otorgar a cada individuo lo que le corresponde en virtud de sus méritos, esfuerzos o capacidades demostradas. Desafortunadamente y por imposibilidades metafísicas como conocer todos los pensamientos y hechos de todos los individuos, la justicia no deja de ser un concepto subjetivo, influenciado en primera y última instancia por el observador y juez de la disputa.
En vista de que no todos los jueces o árbitros deben conocer somo solventar todas las disputas de las que sean responsables, nosotros como civilización creamos unas normas, supuestamente justas, plasmadas en documentos escritos para que estos árbitros, comisarios, jueces, tengan una forma de aplicar justicia sobre hechos que no conocen al 100%.
A estas alturas, como veis, el concepto inmaculado de la justicia puede haberse desvirtuado ya un poco, tras la influencia del observador y tras la aplicación de un reglamento por este. Existe una gran corriente de opinión que cree que un reglamento es sagrado y que en virtud de el, se aplica la justicia correctamente y honestamente, en mi opinión, es un pensamiento completamente erróneo. Si esto fuera la norma, hoy mismo una maquina podría decidir por si misma y un sencillo algoritmo lo que es justo de lo que no lo es y esas mismas personas que te dicen que una ley o una norma son inamovibles estarían clamando por no ser juzgadas en base a ella por una maquina.
Los hechos que se dan en las competiciones deportivas o electrónicas, y en la vida, están llenos de matices de toda clase, a veces tan pequeños y sutiles que jamás son contemplados por el reglamento, pero que sin embargo son apreciados claramente por todos los que tienen el mínimo interés en decidir aplicar verdadera justicia sobre ello. Cada vez más nos encontramos con frecuencia en nuestras sociedades gente que literalmente no es capaz de salir de la norma, incluidas aquellas que tienen poder para decidir sobre otros, sin tener en cuenta ninguno de los matices que han observado, como si fueran una maquina tonta esperando un disparador.
Estas mismas personas, que viven de aplicar la justicia en sus campos, son las primeras que deshonran a sus compañeros, a la actividad que realizan e incluso al deporte o disciplina que arbitran, y a su vez podrían ser reemplazados por un programa de tres lineas capaz de leer un reglamento mañana mismo.
El objetivo final tiene que ser dar a cada uno lo que le corresponde, ser justo, nunca mejor dicho, y apreciando todos los hechos, incluidos los matices, usar un reglamento, norma, o ley como directriz y referente para premiar o castigar sin ser la aplicación del reglamento el fin último de la justicia, algo que algunos parecen haber olvidado hace ya mucho tiempo.