Estamos en el mes de Le Mans, días señalados en el calendario de cualquier amante del automovilismo. En unos días los motores empezarán a rugir y la goma se empezará a depositar en el mítico trazado de la Sarthe con motivo del mayor evento automovilístico del mundo: las 24h de Le Mans. Para muchos simRacers es también el mes de la carrera más larga y dura del año, la que rompe con los eventos clásicos de 1 o 2 horas, la carrera más agotadora, pero también la que mayor ambiente y camaradería genera. Es por eso que escribo estas líneas, envuelto un año más por la magia de Le Mans.
La mencionada magia empieza, sin lugar a dudas, por el carácter del circuito en que se celebra. Es esta una pista de las de antaño, construida sobre vía pública y sobre el peso de la historia que se ha forjado sobre su asfalto. La historia de éxitos, fracasos, accidentes y desgracias acompaña al piloto en cada una de sus interminables rectas y desafiantes curvas; cada metro rezuma épica e historia. El cambio de luz según pasan las horas no hace sino realzar el misticismo de esta carrera, la separa del resto y la eleva a un nivel que ningún otro evento puede alcanzar.
A diferencia de las carreras de otras categorías, el triunfo en Le Mans no se obtiene en un logro ocasional, en una genialidad efímera, sino en una lucha constante, en un arduo camino de 24 horas hasta la redención de la línea de meta. Es en la soledad del cockpit, cuando empieza a acusarse el cansancio y las sombras de la noche amenazan con engullir las pocas referencias aún visibles, que Le Mans selecciona a los que son dignos de alcanzar su gloria. Un despiste, un pequeño fallo, es lo que separa la victoria de engrosar la lista de fantasmas que atormentarán a generaciones futuras.
Los atributos necesarios para ganar en Le Mans son únicos de esta categoría. En donde otras priman la velocidad, la genialidad, la forma física, Le Mans premia al paciente, al fuerte de espíritu. Es un uno contra uno entre el piloto y el circuito. Todos los participantes son sometidos a adversidades a lo largo de una prueba tan larga y el piloto, en la soledad de su habitáculo, deber hacerles frente sin ayuda. Debe mantener una moral alta, espantar sus problemas, sus preocupaciones o fracasará sin remedio.
Es por eso que esta carrera genera un ambiente que no se ve en las demás. Ya no sólo los compañeros de equipo, que es lógico, sino todos los rivales dejan de ser enemigos y de alguna manera se convierten en camaradas. En el simRacing se puede ver cómo todo el mundo comparte reglaje, consejos, y se hace una piña en torno a esta carrera. La suerte que se desea al rival en Le Mans pasa de ser una mera formalidad, se desea de corazón.
A la par que los valientes que compiten en la realidad estaremos los simRacers poniéndonos a prueba desde nuestro cockpit casero. Salvando las distancias obvias, la clave del éxito será la misma. Así que recordad, compañeros, cuando estéis cansados y no se vea nada en mitad de la noche, que simplemente acabar una carrera de estas características es un logro mayúsculo. Significará la victoria sobre el rival más peligroso de todos: uno mismo.
Paciencia, y mucha suerte.