Medir el riesgo

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Esta semana que nos ha abandonado ha sido bastante interesante a nivel de simracing gracias a varios campeonatos privados de iRacing que nos han puesto en bandeja muchos ejemplos del precio que se paga por buscar los límites. A veces.

A veces, porque el único porcentaje que no deja espacio a otras opciones es el 100%. Encontrar casos específicos donde una actuación aparentemente temeraria acaba saliendo bien no es difícil, sea donde sea. Si un brote de locura se apodera de un entrenador de fútbol y decide salir con 1 defensa, 3 centrocampistas y 6 delanteros es muy posible que, aunque acabe anotando algún gol, cuando llegue ese momento vea que el marcador del rival está cerca de alcanzar los dobles dígitos. Ni siquiera esa situación se daría el 100% de las veces. La pregunta es, ¿hasta qué punto merece la pena arriesgar en carrera?

No hay respuesta única, eso no hace falta discutirlo. Realmente, poco hay que debatir aquí, porque todo se reduce a la mentalidad que tenga cada piloto en un momento determinado. Nadie comete un error a propósito para quedarse fuera de carrera, trompear o romper parte del coche, pero el decidir si lo que le ha impulsado a correr ese riesgo es un error es donde las cosas se vuelven extremadamente complicadas. Y personales.

«El segundo es el primero de los perdedores» es probablemente la frase más famosa de Ayrton Senna, la misma persona que dijo textualmente que hay momentos para ser calculador y momentos para arriesgar, pero esa segunda frase no vende, no interesa, no es espectacular. Nadie en su sano juicio puede pensar que el piloto brasileño no entendía que cada momento de cada carrera era distinto, no hace falta que matice la frase que abre este párrafo para saber que es una hipérbole y que por tanto no es aplicable a la totalidad de las situaciones a las que un piloto se pueda enfrentar.

Pero igualmente hablamos de un piloto que si tenía 20 segundos de ventaja con el segundo, él quería 21. Y después 22. Lo que hundía la moral de sus rivales, y a la vez le costaba accidentes innecesarios. Era su mentalidad, mentalidad que mucha gente comparte en iRacing y en otros simuladores: si no estoy yendo al límite es que no lo estoy haciendo bien. La que es probablemente la mejor vuelta de la historia la protagonizó él en Donington en 1993. Por esa vuelta mágica, hay decenas que no lo son. Se notó extremadamente rápido, con confianza, encontró los huecos y nos regaló una actuación inolvidable que queda hasta deslucida porque es tan insultantemente superior que los demás parece que llevan coches menos potentes. Esa vuelta vende, las decenas donde no lo hizo, no. Es normal.

El conformismo puede considerarse un arma para los que no pueden (podemos) luchar con los mejores. Decir «he acabado 9º, está muy bien porque no he cometido errores y he hecho lo mejor posible» es sinónimo de claudicar ante 8 pilotos que han sido superiores a ti. Personalmente me da mucha rabia encontrarme con pilotos tan, tan, tan rápidos que solo disfrutan de una carrera si son los primeros en cruzar la meta.

Por supuesto ese enfado que puede sentir «el primero de los perdedores» en una carrera en particular donde acaba asqueado de todo por no haber vencido le puede servir para enrabietarse, canalizar todo ese malestar y convertirlo en un impulso para seguir mejorando. Ese filo apunta al «enemigo», pero tienes otra parte cortante que te está mirando a tí. Doble filo que comparte ese conformismo con el que yo me siento identificado. Retomando el mismo ejemplo de antes, acabamos novenos, y como no podía haber hecho más, ese es mi techo. No hay motivación para buscar el octavo lugar en la siguiente. Puede que acabes contento, pero esa felicidad, forzada o no, se convierte en lastre para el coche.

Cada uno es como es, igual que hace días discutíamos la enorme cantidad de variantes que hay que tener en cuenta para que cada uno decida cuál es su simulador favorito, sin salir de la misma carrera, mismo coche, mismo circuito, y hasta misma curva, un paralelo de dos coches batallando por una posición puede que provoque reacciones diametralmente opuestas en los protagonistas.

Aguantar la presión, saber forzar un exterior, mantener la línea en el interior, apurar una frenada, cuidar las gomas o dejar el espacio suficiente tienen que ser la respuesta a lo que te diga tu cabeza. Las manos y los pies activan los controles del coche, pero es tu cerebro el encargado de saber medir el riesgo. Lo mismo ocurre en solitario con el ritmo, pero los ejemplos más evidentes los tenemos en luchas rueda con rueda.

Hablaba con Marck Montaner, piloto de PitDemos, de esto mismo hace unos días. Es, de hecho, el mayor motivo que me ha empujado a hacer esta entrada. Os dejo una imagen con el intercambio de opiniones en los comentarios de Youtube. Para entender el contexto, Montaner se salió y trompeó en la primera vuelta por intentar mantener un exterior en una curva peligrosísima, quedando en la parte trasera del grupo y posteriormente abandonando por un accidente que no pudo evitar.

Me podría adornar en esta entrada explicando eso mismo pero esa pequeña conversación lo resume a la perfección.

Es una situación mental. Situación que tiene muchas escalas de grises, no solo es blanco o negro como en estas dos opiniones enfrentadas, por supuesto. El que se conforma no comprende que el que no se conforma no se conforme. El que no se conforma no comprende que el que se conforma se conforme. Lo que cada uno, como piloto, tiene, es suyo, en ocasiones son muchos años de formarse mentalmente, de saber dónde está la raya que traspasa el riesgo de la temeridad.

Intentar una derecha ganadora y fallar en el tenis te hace perder un punto. Si ese punto es el 15-15 del segundo juego del primer set, ahí se queda, 30-15 y a seguir jugando. Esa derecha ganadora fallida casi intrascendente se traduce en un intento de adelantamiento en la vuelta 2, te golpeas con el coche de al lado y rebotas contra el muro. En una carrera de motor todos los metros son punto de partido en contra. Te toca sacar, 6-4, 4-6, 3-5, 30-40, segundo servicio. ¿Buscas la línea o te limitas a meterla al cuadro de saque?

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4 COMENTARIOS

  1. Me ha dejado trastocado la analogía con el tenis. Yo, que soy piloto virtual y jugador a tiempo parcial de tenis, he descubierto que uno se la puede jugar en el segundo juego con un 15-15, porque no va a significar nada, lo que tienes para ganar es más o menos lo mismo que lo que tienes al perder ese único punto. Pero en las carreras no pasa así. Si te la juegas en la vuelta dos intentando un adelantamiento en eau-rouge (por poner un ejemplo xD), hay muchisimas posibilidades de que te salga mal y acabéis los dos contra el muro.

    Por eso pienso que el tenis y las carreras no son comparables. En las carreras hace falta constancia, y el tenis es un deporte de fallar y ganar.

  2. Estoy totalmente de acuerdo con que hay que tener cabeza a la hora de correr, pero si bien, no se trata de ir al límite, si llegar a ello, arriesgar de forma inteligente y estratégica para no quedar en una posición que tal vez no sea la merecida, ya que por no arriesgar, tener que aguantar al que tienes en frente bloqueando la posición alejándote del grupo y tener que conformar con la posición, no se trata de ser Kamikaze, pero si hacer lo posible por ser el mejor de forma inteligente y así descubrir nuevos limites a la hora de correr.

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