Ricciardo se rompe la mano. Un apunte de los Direct Drive

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En uno de los recientes post de actualizaciones de F1 23 hablábamos del estreno de Ricciardo en el juego después de su vuelta en los dos últimos GP para sustituir De Vries. En los segundos libres del GP de los Países Bajos, Daniel se rompía un hueso del metacarpiano de la mano izquierda al golpearle el volante de su Alpha Tauri tras impactar con el muro y no apartar a tiempo las manos del aro.

Hemos hablado múltiples veces de la fuerza y la aceleración de los volantes Direct Drive de alta gama. Su misma fortaleza es su gran peligro. Su inmediatez y su vivacidad junto a su par pueden dar un buen susto en más de una ocasión si intentamos controlar un vehículo fuera de control. En este caso Ricciardo intentaba hasta el último momento salvar el coche antes del impacto, en vez de protegerse y dejar que el eje girara libremente. Desgraciadamente, ni evito el impacto ni la lesión.

“When I hit the wall, I didn’t have enough time to take my hands off the steering wheel, so the wheel came and hit my hand.”

Siempre que nos habéis leído o visto hablando de este tema os hemos remarcado la importancia de no intentar controlar un coche que ya está irremediablemente perdido. La experiencia hace que podamos ir cada vez controlando mayores deslizamientos, pero hay un punto irreversible donde el único remedio es soltar y asumir el impacto. Los algoritmos para evitar las oscilaciones bruscas existen en los diferentes softwares de todas las marcas, pero activarlos implica una perdida de sensaciones apreciable, así que usar estas bases conlleva unos riesgos (cada vez menores) que debemos asumir.

Está en nuestras manos dar un uso responsable a toda esta potencia y reactividad de las nuevas tecnologías para que no se convierta en algo peligroso que pueda hacernos daño.

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