Y voló, y me hizo volar, y yo volé de él

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Por fin llegaron las ansiosas 12 horas de Bathurst, donde más de 50 pilotos repartidos por cada split competían por subirse al podio de una de las atracciones más especiales que ofrece iRacing en su amplio catálogo de resistencia. Después de una larga semana en pista con multitud de autos locos volando por los aires, la carrera iba cogiendo un color muy turbio haciendo pensar que muy pocos saldrían bien parados. Por si acaso, había que tener un plan B (para aprovechar la tarde). Aquí es cuando aparece una de esas frases que mil veces hemos leído una y otra vez: “Cuándo más alto sea el Split, mayor limpieza y respeto.”

Todo parecía ir bien encaminado, los aussies cambiando su rutina horaria para enseñar al resto del mundo quién manda en la montaña rusa, los aliens llegando a la tierra con sus naves espaciales para mostrarnos la distorsión del espacio tiempo y el resto de los mortales intentando hacer un tiempo digno para no parecer tontos al volante. Quizá esto último sea el origen de una serie de catastróficas desdichas. En pleno siglo XXI, todavía, y creo que con mayor frecuencia con lo que voy observando con el paso de los años, la comprensión lectora y temporal brilla por su ausencia, o eso me llevan a pensar los hechos. Desconozco que es lo que lee la gente y se procesa en su cabeza cuando iRacing anuncia con un letrero grande, brillante y por todo lo alto las 12 horas de Bathurst. 12 horas, sí, 720 minutos, no 12 minutos, no 12 segundos ni tan tampoco 12 vueltas. Medio día y punto.

Ahora es cuando a este factor se la suma la falta de preparación, y cuando hablo de preparación no estoy hablando de un mes encerrado las 24 horas cuál piloto de Fórmula 1 en un simulador hasta que los tropecientos mil ingenieros de todo tipo que forman el equipo den el visto bueno para disputar la carrera. Estoy hablando de establecer un récord personal, aunque sea difícil para muchos, de darse cuatro míseras vueltas sin salirse de pista ni tampoco acabar con el coche estampado y boca abajo. No sé si son los nervios, la necesidad de ser el más rápido en práctica o el sentimiento placentero de ser una décima más rápido que fulanito para salir a tan sólo 3 metros delante de él en la parrilla.

Por supuesto, a toda esta macedonia, hay que sumar todos aquellos héroes que van a correr solos, todos aquellos que se han comprado el circuito el día de antes, todos aquellos que creen que el coche se comporta igual con 7 litros que con 100, y por supuesto todos aquellos que deben de venir de Mario Kart con sus 8 a 10 incidentes de media por carrera. ¿Qué más puede salir mal? ¿Desconexiones? ¿Otra vez? ¿Problemas con los servidores americanos? Claro, había que añadirle un poco más de dificultad al evento.

Haciendo un breve paréntesis, creo que a día de hoy, nadie tendría dudas de cuál fue el coche más utilizado, pero por si acaso, vamos a citar algunos datos a nivel cuantitativo para salir de dudas (sólo de GT3):

Mercedes: 409 equipos
Ferrari: 58 equipos
Audi: 44 equipos
BMW: 36 equipos
McLaren: 10 equipos
Mejor resultado obtenido de un coche que no sea Mercedes: 3º puesto.

Siguiendo por donde íbamos, la lógica debería suponer que los splits más altos mostrarían un claro ejemplo de preparación, respeto y limpieza. Algo que se derrumba como un castillo de naipes, cuando a los polemans casi se les llevan puestos en la primera curva, vehículos volando, adelantamientos arriesgados, coches boca abajo, embudos y desconexiones imprevistas a tan solo pocos minutos de la salida.

Cómo bien dice el título de vídeo (por Ricardo Castro Ledo), esto son las 12 horas de Bathurst, una de las carreras de resistencia más peligrosas del mundo, donde con tan sólo finalizar la carrera, aunque sea con el coche hecho trizas, ya puedes descorchar las botellas de champán y darte un verdadero homenaje.

Qué decir de los demás splits más bajos, cuando en las primeras vueltas, mitad de parrilla ya estaba en boxes…

Aunque no todo son «críticas», lágrimas y berridos. Las 12 horas de Bathurst son todo una experiencia para todos aquellos que estuvieron compitiendo hasta el final. Un circuito que no perdona, muy adictivo y exigente construido para los mejores del mundo. Por supuesto, pudimos ver grandes momentos.

Desde SimRacer, os damos la enhorabuena a todos equipos que estuvieron representando el panorama español en lo más alto. Nos volvemos a ver en la siguiente cita, las 12 horas de Sebring!

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