Rescatamos este post de hace unos meses de nuestro compañero Oscar en el que muchos os veréis reflejados.
Con esto de que llevamos una temporada viviendo en el futuro –¿quién te habría dicho a ti que verías un coche perdido en una órbita terrestre?– creo que ha llegado el momento de que la ciencia desarrolle una aplicación para conocer cuándo ha tocado techo nuestro potencial. Es un tema de eficiencia. ¿Para qué matarse en intentar algo que supera, con creces, nuestras capacidades? Porque la vida es demasiado corta para andar perdiendo el tiempo en imposibles, yo propongo bautizarla como «MyMaxLevelApp«. Te la instalas en el teléfono, metes el modelo de coche y el circuito que toque, pones tu huella dactilar en el sensor y un algoritmo muy complejo y enrevesado rebusca por tu ADN para -después de varios segundos y tras cotejar la información con tus mejores tiempos- sacar algo así en pantalla: «Enhorabuena, campeón, acabas de alcanzar el clímax de tu talento. Aunque entrenaras a muerte lo que te quedara de vida, nunca llegarías a bajar ni una milésima, así que dedícate a disfrutar y deja de sufrir». O al contrario, y dicho de manera un poco más optimista: «Espabila, pedazo de merluzo, que llevas cuatrocientas mil vueltas al sesenta por cierto de tu capacidad y sigues tomando mal la tercera curva. ¿Acaso eres tonto o es que no sabes conducir?«.
Hace una semana me compré el Mercedes AMG GT3 en iRacing. Nunca había conducido algo diferente a un monoplaza y el salto sabía que iba a ser enorme en todos los sentidos. Podría decir que este acto de valentía sin parangón ocurrió gracias a uno de esos consejos que se suelen dar tan gratuitamente en los libros de autoayuda: «Sal a la calle, que la vida está para buscar retos. ¡Se tu propio héroe!«. Y un cuerno quemado. Si estás leyendo estas líneas de Flirteando con el Desastre creo que podemos hablarnos con franqueza: el Mercedes me lo compré en un ataque de crisis existencial simRacera. No se en qué curva de Montreal me ocurrió, si cuando me adelantó un conejo de esos que pastan en la cuneta o si fue verme de nuevo luchando por el último puesto después de que alguien pensara que en vez de en un circuito estaba en el rodaje de una película de persecuciones a lo Bullit y me lanzara contra la misma cuneta en la que pastaba aquel conejo. El caso es que cuando me di cuenta de lo que andaba haciendo, frené mi Skippy con dignidad, me metí en boxes y allí cliqué esa casilla que decía: «préndele fuego al coche y baila sobre sus cenizas»
Es un hecho que a veces, aunque intentes algo con mucha fuerza, todo va a peor. Yo mismo dejé de tomarme en serio el ajedrez cuando en una partida del club a donde iba todas las tardes me ganó un mocoso de seis años mientras -para mayor vergüenza propia- el churumbel jugaba a las peleas con sus tres muñecos Gi Joe. Vale. Luego me enteré de que el pequeño desgraciado era el campeón de España juvenil. Pero en ese momento de epifanía dolorosa lo tuve claro: sacaba más de veinte años al crío y jamás, aunque mi vida durara un milenio, llegaría a ser así de bueno.
Pese a que lo del Mercedes esconda algo de esperanza o de reto o de mejorar lo presente -como queráis llamarlo-, tampoco os voy a mentir. El Mercedes oculta también una brizna de cobardía. Leí en algún lugar que el GT3 era el más fácil de conducir. El que ganaba casi siempre. Una apuesta segura para la Blancpain. Sin embargo, y como este blog solo puede hablar de desgracias, estaba claro lo que iba a ocurrir una vez me comprara el dichoso coche: iRacing publicaría el BOP de temporada y convertiría el AMG en una nevera con ruedas. De esas que la gente comenta, «¿Mercedes? Uy, eso es tan de la temporada pasada… ahora se lleva el Audi. ¿Que tú aún estás con el Mercedes? Vaya, chico, pues que tengas suerte«. Aún a riesgo de que eso termine por ocurrir, también lo hice porque mi pensamiento interior me llevaba por otros derroteros bastante compatibles: «Cómprate otro coche que no tenga nada que ver con la mierda del Skippy porque aquí parece que ya no das más de si«.
Si nunca has saltado a un coche nuevo después de quemarte durante muchas temporadas en otro diferente no entenderás el viaje que empieza una vez te lo instalas y empiezas a rodar en test. Todo huele a nuevo. El salpicadero. Las barras anti vuelco, hasta el forro de tus calzones Sparco parecen más cómodos. Cada circuito, por mucho que lo conozcas, se vuelve un mundo infinito por delante. Igual que los perros, te apetece sacar la cabeza por la ventanilla y disfrutar del aire fresco surfeando en tu cara. ¿Sabéis por qué ocurre toda esta algarabía de optimismo inverosímil? Porque vuelves a partir de cero. Con un coche nuevo vuelves a tener toda una vida de simRacer por delante. Atrás se quedan esas vueltas cargadas de penurias. Las carreras perdidas se difuminan en el tiempo; pertenecen a otro coche, a otro piloto. A un universo de Loosers que ya no es el tuyo.
Y así empiezan las curvas. Los tiempos malos. El coche no es lo que pensabas. ¿Por qué se mueve como si fueras conduciendo un autobús escolar? Tus tiempos rozan lo insultante y hasta el conejo de la cuneta ha llamado a sus colegas para partirse la caja de ti. Pero sonríes porque al contrario que con el Skippy, esta vez tienes excusa. Llevas solamente una semana con el Mercedes. Ni tú le conoces ni tampoco él a ti. Así que en esta pequeña simbiosis del desastre eres feliz. Pese a todas las señales contradictorias, en tu mente se proyecta un futuro prometedor: serás primero en el split 1. La gente se preguntará por privado cómo puedes ir tan rápido. Se hablará de ti en las retransmisiones de youtube. Y tú, sentado en los altares de los dioses del simRacing, con más iRating del que cabe en tu firma del foro, te sorprenderás diciendo ¿cómo he podido perder tanto tiempo con ese otro coche si yo nací para conducir este?
Por desgracia los aires de grandeza duran muy poco. Vuelta a vuelta, entreno tras entreno, carrera tras carrera, vas repitiendo el mismo proceso que te llevó a despeñar el Skippy por el acantilado de Barthust. Un día -muchas semanas después- te descubres que ni vas primero en el Split 1 ni nadie ha parado su coche en boxes para pedirte un autógrafo virtual y la pendiente de tu iRating sigue más plana que la sartén donde te haces los filetes empanados. Eres, para bien o para mal, el mismo tipo que flirteaba con sus desastres en las mismas curvas de antes, solo que ahora vas en un Mercedes y no en un monoplaza. Y como las moralejas son pastos de otros blogs, aquí preferimos meter el dedo en la llaga: ¿quién te dijo a ti que habías tocado techo con ese primer coche? ¿acaso te instalaste la aplicación «MyMaxLevelApp»? No, ¿verdad?. Si has llegado a ese punto en el que solo te apetece arrancar el volante de cuajo del cockpit y dedicarte a jugar al frisbee con él, es que vas por la trazada correcta. Estás en el momento de fricción. Y ha llegado el instante de espabilar, de volver a pista y continuar con lo que estabas haciendo. Porque aunque los aires frescos del Mercedes no hayan conseguido que seas mejor conduciendo, sí que te han hecho entender que ni tú eras tan malo con el Skippy ni la cabeza de carrera era ese niño que no tenía que mirar el tablero de ajedrez para darte la paliza de tu vida. Los que están ahí, salvo unos poquitos genios -pero muy poquitos-, son los que continuaron el camino con su Skippy cuando tú decidiste abandonarlo para comprarte el Mercedes (o cualquier otro cacharro endiablado). Así que espabila, merluzo, porque alguien que sabe menos que tú está a punto de adelantarte por el interior.
Compañeros de blog, aquí termina la semana trece de la temporada. La peor porque el no tener carreras continuadas hace que en vez de competir, te pares a pensar en tonterías como esta. Pero no os preocupéis que mañana ya volvemos a flirtear con nuestros desastres en el primer capítulo de la temporada siguiente. A todo esto, si alguien por algún casual se topa con ese puñetero conejo de la cuneta en Montreal, decirle que esta temporada voy a ir por él, con el Skippy, con el Mercedes o con lo que tenga en ese momento entre mis manos. Saludos desastrosos a todos.
Gran artículo, cómo siempre. Muy identificado con todos ellos. Sigue así.
Una vez más, eres la voz de los «coleros».
Oscar plasmas con total pulcritud lo que muchos sentimos. Ni que decir tiene que esta semana me he identificado con tus relatos. Primera Pole de mi historia no me lo creia y en la salida las marchas ¡¡¡ NO ENGRANAN !!! sin mas….No vemos la proxima semana
Gracias, como siempre, a vosotros. Un día de estos habría que organizar un evento-carrera con todos los que pasamos nuestras vidas lidiando con estas cosas. Iba a ser un verdadero espectáculo del desastre 🙂 Nos vemos en la pista.
Me has hundido. Llevo toda la temporada dudando entre comprarme el Mercedes o seguir peleándome con el Cadillac CTS (Cacho Transatlántico Soy). Creo que después de leer esto, voy a quedarme en la Mazda Cup mucho tiempo…
Gracias Óscar.
Me apunto al evento-carrera. Con el Mazda, claro.
Qué bien escribes, jodido.
Ojalá se animara más 😉
Hacia mucho que no me reia tanto! depues de leer lo he seguido con todos los otros articulos y te tengo que felicitar por tu forma de redactar. Espero poder leer muchos mas articulos tuyos, un saludo!