Trankilo Makina, en tu cockpit virtual

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Empezamos y terminamos. En cualquier momento que te detengas a pensar en todo lo que ocurre a tu alrededor, descubrirás que al final, hagas lo que hagas, vives y vivirás toda tu vida atrapado en el interior de millones de ciclos. Tus células nacerán y morirán para luego volver a la vida. Los minutos se terminarán porque otros deben de empezar. Las horas. Los días. Las ruedas de nuestros coches giran recorriendo su ciclo. La línea de meta sobre el asfalto es también la línea de salida para la vuelta siguiente y nosotros aceleramos y frenamos en el gran ciclo que comprende una carrera. Dentro del simRacing también completamos muchos otros bucles. El mayor de ellos, el que nos da -y a veces quita- la ilusión por este deporte es la temporada de 12 semanas de iRacing. Esa que mientras sus servidores aguantan no se detiene nunca. Un viaje de más de dos meses que puede concluir con un diploma de «Enhorabuena, quedaste primero» o lo más probable, con la satisfacción de haber recibido los 4$ que certifican que además de haber terminado al menos ocho de ellas, has pasado con más pena que gloria por algunos de los circuitos que conforman toda la temporada.

Cada inicio de la «Season» rememoro ese otro momento épico que es la entrada del año nuevo. Tras las doce campanadas seré un tipo nuevo, me susurro. A mis cuarenta dejaré de merendar nocilla. Leeré más en papel y menos en pantalla. Me tomaré las cosas del trabajo con algo más de calma. Lo importante es pasar tiempo de calidad con la familia. Ya sabéis. Porque el ciclo anual se termina el último día del año igual que todo vuelve a comenzar el primer día de la primera semana de iRacing: nada de ansiedades por el iRating la próxima temporada. Me centraré solo en un coche para conocerlo como dios manda. Aprenderé a frenar con el pie izquierdo. Programaré la botonera a conciencia. Estudiaré qué narices toco cuando entro en el Setup del coche y así nunca más tendré que mendigar por el chat uno que funcione.

Por desgracia, cuando llega el nuevo momento de saltar a pista o pisar el acelerador en el primer entreno de la temporada, todas aquellas promesas se van al mismo pozo inmundo donde acabaron las otras promesas de fin de año. De pronto me embriaga un nervio idiota por comprarme un coche nuevo. Freno con el izquierdo dos curvas y pienso «esto es imposible, ridículo y una pérdida de tiempo» antes de mandarlo todo a paseo y cabreado conmigo mismo me preparo un bocata con más nocilla que cemento separan los ladrillos de mi casa. Eso sí, la culpa, que dirían los psicólogos, no hay que buscarla muy lejos: es solo mía. Falta de compromiso, lo llamarían. No tomarse en serio las cosas, diría también mi madre. Supongo que ambos tendrán razón. Al final somos lo que somos y si pudiera cambiar a lo mejor dejaría de ser yo y a saber en quién me convertiría -y lo peor, si ese yo me caería bien-. Sin embargo, y por justificar lo injustificable, hay que decir que cada inicio de temporada ocurre algo inexplicable desde un punto de vista científico: LA PRIMERA SEMANA con el Skippy. Agárrense los machos que allí vamos.

Si eres nuevo. Si mientras apretabas el vientre en el lavabo con el teléfono en mano Google te ha traído hasta este blog cuando en realidad tú lo que buscabas era un código de esos de 5$ por los tres primeros meses de iRacing, me gustaría hablar contigo antes de que tires de la cadena y te instales el juego. Tras tres años entrando y saliendo intermitentemente de iRacing, terminarás desarrollando una forma de ser bastante taciturna: conocerás -más o menos- los circuitos, la dinámica del coche, reconocerás a esa mucha gente que corre más que tú y sobre todo, estarás -como dirían los americanos- surfeando en el flow del circuito. El ritmo de las carreras se apoderará de ti. Incluso volando a doscientos por hora sabrás cuándo las cosas pintan muy mal. Intuirás con tu sentido arácnido-simRacero los desastres inminentes que se ciernen ante a ti. El que tienes delante haciendo eses extrañas desde hace dos vueltas lo más probable es que se quede sin ideas a mitad de la siguiente curva y decida abrir un boquete en el muro a lo Tron. El que se pone detrás para chuparte el alma en el rebufo te intentará adelantar por esa curva donde no cabe una brizna de esperanza. Ese tipo de cosas, creedme, se saben. Las verás y las sentirás.

La División 3 -donde creo que moriré en soledad dentro de, espero, muchos años- tiene más de división Panzer que de Skippy. Allí caemos tantos y tan diferentes que a veces he tenido que soltar una carcajada de horror en medio de la carrera al ver las pedazo de montoneras apocalípticas que se forman sin venir a cuento y en medio de la nada. Si uniéramos los puntitos de esta División en forma de pilotos habituales con el mega desfase que supone recibir la oleada de testosterona de los nuevos (o no tan nuevos, pero nuevos con el Skippy), se forma una grandísima Oda al Desastre de la que solo saldrás vivo si ocurren una de estas dos cosas: O haces la pole y pones pies en polvorosa en la primera vuelta -para nunca más mirar por el retrovisor-, o decides no acercarte a la Semana 01 ni con el palo del cambio de marchas. Corre en el pelotón y morirás matando.

Tampoco vamos a tirarnos el pisto de que es divertido competir en medio de todo ese membrillo desastroso justo cuando te habías propuesto cambiar de hábitos. Me jode, como a cualquiera que dedique sus escasas horas de hobby a entrenar, quedarme fuera de la única carrera que puedo permitirme al día. Acepto el empotrarme los cuernos contra el muro en la última vuelta porque además de malo, soy un agonías imprudente. Acepto también un roce cuando el spotter se desgañita gritando «3 WIDE». Es normal. Sería un milagro que alguno de los tres -aún aprendiendo de qué va esto del simRacing- no nos matáramos. Lo que me cuesta más asumir son los «Eh, tú, listo» los «Tú, makina» o «Eh, majete» escritos en azul en el chat. Llamadlo edad. O cambio generacional. O simplemente educación. Después de otras dos temporadas del tirón, certifico una vez más que durante la primera semana de la temporada en iRacing el mundo simRacero se mide por las broncas en cada carrera, los skippys volando en cualquier Split que por la calidad de sus carreras. El chat deja de preguntar por los litros de gasolina que poner en carrera para volverse una sinrazón de insultos a cada cual más pasivo agresivo. Bucles -uno más- interminables sobre si tú, yo o nuestras madres respectivas, tienen más razón. Jamás he discutido tanto sobre el reglamento oficial o el reglamento de «Caballeros» que durante esta primera semana. Es como hablar de fútbol en este país: todo el mundo sabe tanto que llevarle la contraria es un insulto para él, su inteligencia y si me apuras, el honor a todo su linaje de pilotos familiares.

Una vez más, el circuito de Lime Rock se volvió durante una semana el prado rocoso que precedía a Minas Tirith en la batalla del Señor de los Anillos. Elfos, orcos, bestias, humanos… todos a mamporros en vez de concentrarse en la trazada. Era darse la salida y notar como en vez de quemar fuel, mi Skippy quemaba iRating en cada curva. Juro que si en vez de una semana en Lime Rock hubiera pasado un mes, a estas alturas me habrían partido la cara virtual al menos cuatro veces, quemado el coche otras tantas y andaría pidiéndole a la agencia de iRating que por favor no rebajara mi deuda hasta la de «piloto basura». ¿Cuántos «Fast Repair» se pueden gastar en una temporada? Respuesta: todos los que gastes en la primera semana. Porque luego, como por arte de abracadabra, se termina el ciclo de la muerte y de pronto vuelves a carrera con esos pilotos que saben que Fast and Furious era muchísimo más divertida cuando solamente se dedicaban a ir Fast. Esta segunda semana he dado la enhorabuena varias veces por lo divertido que es correr con respeto. También me han agradecido no haber matado a nadie. Podrás tener mala suerte y ser un imán para los desastres, pero lo que ocurre durante la primera semana de las 12 que le restan a la temporada pertenece a otro deporte que no es simRacing.

Sin más, aliviado ya de haber pasado el temporal y verme de nuevo en mar abierto, te aconsejo que apagues la tablet, tires de la cadena y te instales iRacing. Te aseguro que los Majetes, los Listos y los Makinas se encuentran ahora mismo en otra dimensión muy paralela, esa con la que no volveremos a cruzarnos hasta dentro de once semanas. Aprovecha a flirtear con tus desastres sin miedo porque de los grandes errores se aprende y tranquilo que si me mandas a la cuneta, un perdón a tiempo y un par de risas por lo mal que lo hemos hecho los dos hará que te enamores de correr frente a una pantalla. Nos vemos en los circuitos, compañeros de armas.

PD. Me siento intrigado. ¿Qué promesas de temporada os hacéis vosotros pero nunca cumplís?

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